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Las
manos orantes de Francisco
Salmodia
Antífona (cantada):
Bendito y alabado es mi Señor, por siempre, por siempre (bis)
SEÑOR, TÚ ME SONDEAS Y ME CONOCES
Salmo 139
Señor, tú me sondeas y me conoces.
Te suena mi
palabra
antes que nazca y
vuele de mi mente.
Antes que abra la
boca,
ya has visto tú
mi corazón por dentro.
Desnudo estoy,
Señor, en tu presencia.
Y tu pupila sabia
y protectora,
tu luz total
traspasa
mi presente y mi
futuro
y ni arriba y mi
abajo
y lo más alejado
o escondido.
¿Dónde me
ocultaré que no me veas?
¿En qué rincón
del mundo y de la noche
no estarás tú,
Señor, para abrazarme?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
Si me meto en el
centro de la tierra,
me toparé con tu
presencia amiga;
si vuelo a la
frontera de la aurora,
me invadirá tu
luz, surgente y pura;
si me traslado a
donde el mar se acaba,
allí empiezan tus
aguas sin orillas;
si viajo a donde
arranca mi memoria
o al último final
de mi esperanza,
allí estás tú,
Señor, allí tus ojos,
allí tu
eternidad, tu amor amando.
¡Qué incomparables encuentro tus designios!
¡Qué incomparable tú! ¡Qué sin medida
son los espacios de tu cielo mío!
Desde mi ser que tiembla
y se arrastra pequeño hacia la muerte,
te pido con amor, Amor primero,
Padre sin tiempo, sol, cenit y aurora
de la vida total: Condúceme hacia ti, dentro de ti,
y guíame por
el camino eterno.
Gloria al Padre,…
Antífona 1: Bendito
y alabado es mi Señor, por siempre, por siempre (bis)
Antífona 2: Laudate omnes gentes, Laudate Dominum
(bis)
BENDITO SEA DIOS
Efesios
1, 3-14
Bendito
sea el Dios y Padre
de nuestro
Señor Jesucristo,
que nos ha
bendecido con toda clase de bendiciones
espirituales,
en los cielos, en Cristo;
por cuanto
nos ha elegido en él
antes de
la fundación del mundo,
para ser
santos e inmaculados
en su
presencia, en el amor;
eligiéndonos
de antemano
para ser
sus hijos adoptivos
por medio
de Jesucristo,
según el
beneplácito de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia
con la que
nos agració en el Amado.
En él
tenemos por medio de su sangre
la
redención, el perdón de los delitos,
según la
riqueza de su gracia
que ha
prodigado sobre nosotros
en toda
sabiduría e inteligencia,
dándonos a
conocer el Misterio de su voluntad
según el
benévolo designio
que en él
se propuso de antemano,
para
realizarlo en la plenitud de los tiempos:
hacer que
todo tenga a Cristo por Cabeza,
lo que
está en los cielos y lo que está en la tierra.
A él, por
quien entramos en herencia,
elegidos
de antemano según el previo designio
del que
realiza todo conforme a la decisión de su voluntad,
para ser
nosotros alabanza de su gloria,
los que ya
antes esperábamos en Cristo.
En él
también vosotros,
tras haber
oído la Palabra de la verdad,
el
Evangelio de vuestra salvación,
y creído
también en él,
fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la Promesa,
que es
prenda de nuestra herencia,
para
redención del Pueblo de su posesión,
para
alabanza de su gloria.
Gloria
al Padre,…
Antífona
2: Laudate omnes gentes, Laudate Dominum (bis)
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